jueves, 11 de enero de 2007

Terrorismo, Pejeshow y Pricámbrico temprano.

Política cero
Jairo Calixto Albarrán
Mientras compro mi kilo de tortillas en una boutique de Perisur ahora que se han convertido en un objeto de estatus, me alegra, cómo no, que una de las grandes prioridades de la política en materia de relaciones exteriores del gobierno calderonista sea el combate al terrorismo. Sí, ya nos aburrimos de que se pierda el tiempo buscando una reforma migratoria con enchilada completa incluida, la gran obsesión foxista, cuando lo que debería tenernos con el alma en un hilo es que Bin Laden quiera utilizar al gobierno mexicano como base para la ejecución de sus planes malévolos contra la Gran Disneylandia. O sea, a quién le puede interesar el bienestar de nuestros espaldas mojadas, cuando lo verdaderamente fundamental es impedir que la ETA se meta como Pancho Villa a Columbus o que los talibanes se vayan a ligar gueras a los malls de San Antonio.
O sea, me parece a todo dar que quieran quedar bien con Bush anunciado sus preocupaciones por el terrorismo, pero me extraña que no digan nada del terrorismo fiscal que, dicho sea de paso, es un poquito más terrible que el de Al Qaeda. Sino que le pregunten a Paquita la del Barrio. Y al resto de los contribuyentes cautivos que para pagar impuestos tenemos que sufrir peor que los pejistas que habrán de permanecer insomnes hasta la una de la mañana para ver el programa de Andrés Manuel. Me gusta la idea de que nomás por joder a Televisa –que hasta lo que no se come le hace daño– el seños López realice el programa en TV Azteca, pero el horario está del nabo. No me imagino ni a Marcelo Ebrard desvelándose para el Pejeshow que a esas deshoras sólo tendrá como competencia a los infomerciales de la bombita de Andrés García y los predicadores brasileños que son más aburridos que Beatriz Paredes y Enrique Jackson en su lucha por convertir al PRI en la nueva sede del Asilo Mundet.
Los que sí van a checar puntuales y ansiosos la emisión andresmanuelesca serán, sin duda, sus enemigos más obsesos que siguen sus pasos, su caminar como lobos en celo desde su hogar. Esos son más fieles al tabasqueño que los más atrabiliarios protagonistas del megaplantón. Con ese público cautivo, el rating está asegurado.
Mientras les viva El Peje pueden dejar de despreocuparse, pero no quiero ni pensar cuando les llegue a faltar. Se van a poner peor de patidifusos que yo ahora que me enteré que Jelipillo, fiel a sus convicciones, ya se dio el abrazo de Acampan con mi góber preciosos, papá.
Milenio diario
Miércoles 10 de enero de 2007

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