lunes, 23 de julio de 2007

Homenaje a un grande, Diego Rivera

Con alcatraces, pinturas de Diego Rivera en las paredes y girasoles sobre agua adornando el pasillo principal del Centro Cultural Muros de Cuernavaca Morelos dieron inicio los eventos en el Homenaje a Diego Rivera.
A las once de la mañana del viernes seis de julio, Guadalupe Rivera, hija de Diego y Guadalupe Marín, fue la figura principal para comenzar con el programa de celebración a 50 años de la muerte del pintor mexicano.
Sus memorias y vivencias constituyeron la plática que Walter Astie-Burgos, internacionalista, generaba con cada pregunta. Señalada como hija de comunistas, Guadalupe Rivera tuvo una infancia difícil, pero determinante en su ideología de izquierda influida por su padre, que era miembro del Partido Comunista Mexicano.
Al ser hija de un gran artista, la pregunta esperada llegó “¿Por qué no fuiste pintora como tu padre?” Astie-Burgos cuestionó, “Para ser mala pintora como Frida mejor me quedo en mi casa” fue la repuesta emitida por Guadalupe Rivera quien además recordó haber reprobado dibujo en la secundaria.
A pesar de esta respuesta que provoco risas y debate entre los asistentes, remembró la buena relación que sostuvo con Kahlo, quien era su confidente de tristezas e intimidades además de ser quien comunicaba sus necesidades a su padre.

Sueño de una tarde dominical en la alameda central
Posterior a la amena plática que se duró poco más que de una hora, los asistentes a la primera jornada en el homenaje que se ha organizado en la Ciudad de la Eterna Primavera se proyectó un video sobre el mural Sueño de una tarde dominical en la alameda central.
Este mural retrata segmentos de la historia de México y en él aparece Diego en un autorretrato, así como también Frida Kahlo, y sus hijas, Guadalupe y Ruth. Rivera crítica el racismo, esta obra es ejemplo de su trabajo destinado al retrato social.

El mural, historia
Como parte de la creación de expectativa entre los asistentes Magdalena Zavala, directora del Museo Casan Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, presentó una investigación sobre el origen e influencias del mural “Río Juchitán”, así como de algunas de las peripecias que conforman la historia que concluyó con la revelación del mismo en el jardín de Muros.
La particularidad de este mural esta determinada por su bidimencionalidad, es decir, las dos caras que lo componen “invitando al espectador a girar y mirar la imagen” añadió Susan Grilo, directora de Muros.
El tamaño de este mural es de ocho metros con cincuenta centímetros por un metro con cincuenta centímetros y fue realizado en mosaicos venecianos –técnica que fue utilizada por primera vez por José Chávez Morado en lo que hoy en día es la Torre Dos de Humanidades en Ciudad Universitaria– la cual, hace resistentes las obras a las inclemencias del tiempo.
La casa ubicada en Cuernavaca en la que fue concebido “Río Juchitan” perteneció a Carlos Lazo, arquitecto encargado de coordinar los trabajos de la Ciudad Universitaria, proyecto del que fue desplazado Rivera tras una discusión con Miguel Alemán, relato de Raquel Tibol que desató la risa de los presentes en la ceremonia de develación al no querer contar las causas que pudieran espantar a las mujeres asistentes.
Este mural se realizó ante la petición de Santiago Reachy, productor de cine y socio de Cantinflas, quien posteriormente vendió la casa a la familia Suárez, propietaria del Mural que ante la nueva comercialización de la misma se encargó de desmontar la obra para trasladarla al Hotel de México.
Cuando este desapareció para convertirse en el World Trade Center, el mural es almacenado en una bodega durante 20 años, lapso de tiempo que se mantuvo oculto al público, de quien Rivera consideraba que era arte, de la gente.
“El arte no es arte si no se comparte” recordó las palabras de su abuelo el licenciado Marco Suárez, secretario de turismo, quien además señaló que la exposición de este mural constituye un atractivo turístico más para la ciudad.
“Río Juchitán”, es una obra que emerge del amor de Rivera hacía Tehuantepec, en el que se da valor a los oficios y al matriarcado, sistema predominante en la región. El río como una zona de convivencia social y del agua como una solución para la vida.
Grilo remembrando las palabras de Juan Pablo II, señaló “todos los artistas tienen en común la distancia entre las obras de sus manos por bien logradas que sean y la perfección de la belleza percibida en el fervor del momento creativo. Lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu”
A 50 años de su muerte “Diego Rivera es un pilar de la cultura mexicana, una columna de sostén de lo que somos ahora” afirmó su hija, y para comprobarlo, sólo basta mirar su pintura, observar sus murales y perderse en la doble cara del “Río Juchitán” para contemplar el esplendor de su alma.

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